¿Por qué el hecho de recibir una postal de alguien con quien solemos comunicarnos a través de la mensajería instantánea y las redes sociales nos hace sentir tanta alegría?
Durante estos meses de vacaciones, algunos afortunados encuentran en sus buzones algo que no acostumbran a ver: una postal. Sienten de inmediato una gran alegría al comprobar que figura su nombre en el reverso y que la firma alguien a quien aprecian.
Podéis pensar que, en pleno s. XXI, basta con abrir una aplicación de mensajería tipo Whatsapp y escribir ese mismo mensaje y enviarlo al instante, como es habitual. Existen también otras opciones como el email o un mensaje privado a través de Facebook. ¿Por qué decide entonces la gente mandar una postal por correo? Porque aporta valor añadido al mensaje. Una postal es un regalo. Quien la envía desea compartir un momento inigualble, efímero y valioso de su vida desde la distancia.
«Una postal es un regalo. Quien la envía desea compartir
contigo un momento especial de su vida desde la distancia»
Quien recibe una postal desde otro país se siente único al recibirla, porque sabe todo lo que implica que esas palabras hayan viajado hasta sus manos. Cuando la recoges del buzón, no puedes evitar sentirte especial, porque sabes que quien te la envía realmente te aprecia y te tiene presente. De lo contrario, no hubiese invertido su valioso tiempo en elegir entre las decenas de postales de la tienda, ni en escribirte el mensaje de su puño y letra seleccionando bien cada palabra para comunicar el máximo, ni en acudir a la oficina de correos para comprar un sello con un trocito de historia o de flora y fauna de ese país. Todo ello con la incertidumbre de saber si, una vez que la postal sea depositada en el buzón, esas palabras lleguen hasta ti.
En el mundo del marketing, parece que nos estamos olvidando del valor añadido que tiene lo offline frente a lo online. Últimamente, las miradas se enfocan en las posibilidades que ofrece el marketing digital y sus herramientas: sitios web, blogs, redes sociales, email marketing, aplicaciones, etc. Pero, ¿qué pasaría si prestásemos más atención al marketing offline? ¿Y si en lugar de centrarnos tanto en el email marketing tuviésemos en cuenta las posibilidades que encierra el marketing directo personalizado?
El marketing directo es mucho más costoso que el marketing a través del correo electrónico y cuenta con ciertas desventajas con respecto a su homólogo online. Sin embargo, el marketing directo bien hecho aporta un valor añadido que el email marketing no es capaz de conseguir. En mi próximo post, hablaré de cómo el marketing directo puede ofrecer dicho valor. Si tienes alguna idea de cómo lo consigue, te invito a que participes con tu comentario. Las mejores aportaciones aparecerán en el próximo artículo con la mención a sus autores.
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Sobre la autora:
Maite Irigoyen Profesional de marketing que ayuda a las empresas a incrementar sus ventas mediante el desarrollo de una cuidada estrategia de marketing. Ha trabajado para agencias de comunicación y en departamentos comerciales. Alma viajera y creativa, amante del DIY. La constante en su vida es su pasión por aprender y disfrutar de cada experiencia.