
RETO Búsqueda de empleo en equipo. Día 25.
Si ayer te hablé de preguntas surrealistas en una entrevista de trabajo, hoy vengo a contarte que hay preguntas que no deberían realizarse. Te daré una pista: son de ese tipo de «perlas» que suelen salir de la boca de los entrevistadores, cuestiones que hacen sentir una incomodidad especial porque vulneran derechos y principios. Por ello, siempre digo que si en una entrevista de trabajo no te sientes a gusto, si no percibes buenas vibraciones y si lo que te cuentan no te convence, lo mejor es abandonar el proceso de selección o rechazar la oferta si te escogieran.
Seguro que te vienen a la mente un par de ejemplos de esas preguntas que considero que nunca deberían realizarse a pesar de que son bastante habituales, sobre todo cuando se presentan mujeres al proceso de selección. Yo te voy a hablar de preguntas que me han realizado en las entrevistas en las que he participado.
Un grupo importante de ese tipo de cuestiones suele ser el que vulnera el derecho a la intimidad:
“¿Cuál es tu estado civil?”. Esto no debería ponerse ni en el currículum.
“¿Con quién vives?”. ¿Entiendes ahora por qué he odiado siempre tanto las entrevistas de trabajo? Cuando me hacían una pregunta así, me daban ganas de sacar mi lado borde y decir “y a ti qué te importa”.
“¿Tienes pareja?”. Y quién es él, en qué lugar se enamoró de ti. Like si lo has leído cantando.
“¿A qué se dedica tu pareja?”. Ya me diréis qué necesidad podía tener una de las grandes farmacéuticas de nuestro país en saber a qué se dedicaba mi novio.
Otro grupo muy frecuente de preguntas realmente incómodas son aquellas que vulneran el principio de igualdad entre hombres y mujeres:
“¿Tienes hijos?”. Tengo una amiga que ante esta pregunta fue muy sincera y respondió sonriendo: “Tengo un perro”.
O peor aún… “¿Tienes cargas familiares?”. ¡Cargas! ¿Acaso es lo que fuiste tú para tus padres? ¿Una carga?
“¿Tienes intención de formar una familia?”. ¡Qué peligrosa e inapropiada puede ser una pregunta como esta! Dan ganas de responder: “La verdad es que la tenía, pero he descubierto que no puedo tener hijos” o algo por el estilo para que la persona que te entrevista se sienta mal y se le quiten las ganas de preguntar estas cosas.
El tercer y último grupo de preguntas que considero que no deberían hacerse son aquellas que suponen una vulneración por discriminación:
“¿Me podrías decir tu edad?”. Qué ganas dan de contestar: “¿cuántos años me echas?”. Cuando veo First Dates*, me vengo arriba porque me parece que me conservo mucho mejor que la media. Luego pienso en que la gente que va a esos programas miente más que habla y se me pasa.
“¿Dónde naciste?, ¿de dónde eres?”. Ojalá tuviera una vida interesante en la que explicar que nací en México, pero que a los 4 años mi familia se fue a vivir a los Estados Unidos, a los 10 años nos fuimos a Francia y a los 18 ya vine a cursar mis estudios universitarios a España.
“¿De dónde son tus padres?”. ¡Por el amor de Dios! Qué ganas de contestar algo como: “Seguro que este dato es muy útil cuando buscáis a un candidato para trabajar en esta compañía”.
Si vas a una entrevista de trabajo y te encuentras con este tipo de cuestiones, respira hondo y piensa bien qué vas a contestar, sobre todo si el trabajo que se oferta te ilusiona y la empresa te gusta. Quizá has tenido la mala suerte de topar con un ser raro de esos que trabajan en “recursos humanos”.
*First Dates: programa de TV originario de España en el que dos desconocidos variopintos tienen una cita en un restaurante y al final del encuentro deben decidir si quieren volver a verse.