esencia

Atrévete a ser el profesional que deseas ser

RETO Búsqueda de empleo en equipo. Día 16.

Al igual que veo la esencia y la belleza en un mueble viejo que pide a gritos ser restaurado, también soy capaz de ver esa esencia y esa gran valía en personas que se encuentran sin trabajo. Cuando hablo de esto con ellas, algunas saben lo que valen. En cambio, otras me miran sorprendidas y tímidas. Su monstruo del “no puedes” y su monstruo del “no vales” han hecho mella en ellas y han conseguido mermar su autoestima. Han olvidado quiénes son de verdad. Por eso es importante recordárselo y decirles: no te rindas y atrévete a ser el profesional que deseas ser.

Es importante que sepas cuánto vales y te decidas a querer conseguir tu meta con todas tus ganas. Pon todos los recursos que tengas a tu disposición a trabajar en ello. Si no cuentas con esos recursos, búscalos y consíguelos.

¿Recuerdas cuando te contaba en mi post anterior que estaba decidida a arreglar y restaurar las sillas pero que nunca lo había hecho antes? La falta de experiencia previa y la falta de conocimiento no me supusieron ningún impedimento. Lo que hice fue buscar ayuda para aprender y realizar esa transformación con mis propias manos.  

En la misma plaza donde se encontraba la librería de mi hermana en una localidad contigua a Pamplona, había una pequeña tienda donde, además de vender muebles recuperados se impartían cursos de restauración. Así que decidí entrar para pedir información en la mañana soleada de un miércoles de invierno.

Mientras intentaba cerrar bien la puerta tras acceder al local y conservar así el agradable calor del interior, escuché un “buenos días” muy enérgico y simpático. Procedía de la joven que se encontraba detrás del mostrador liada con unos papeles. Me encantó la energía que desprendía y la gran sonrisa que portaba. La tienda estaba repleta de muebles restaurados, artículos decorativos hechos a mano con mucho amor y ¡preciosas flores naturales!

– “¡Buenos días! Venía a pedir información sobre los horarios para el curso de restauración”, dije mientras esperaba su respuesta con ilusión.  

La chica, cuyo nombre era Ángela, me explicó todo lo que necesitaba saber sobre horarios y el funcionamiento del curso y decidí al momento estar en el grupo de los jueves por la mañana.“¿Y ya tienes mueble para empezar mañana?”, me preguntó medio sorprendida por la rapidez de mi decisión.

– “¡Sí! Tengo dos sillas en el coche. ¿Te importaría si voy a por ellas aprovechando que he aparcado cerca y las dejo aquí para mañana?”.

– “¡Claro! ¡Perfecto! ¡Te acompaño!”, respondió con entusiasmo.

Así que salimos de la tienda y caminamos tan sólo unos 15 metros hasta el vehículo. De camino, le advertí que estaban bastante deterioradas para que no se llevara una sorpresa desagradable cuando las descubriera. Abrí el maletero y nada más verlas exclamó:

– “¡Qué bonitas! ¡Son muy chulas! Yo también he restaurado sillas como estas”, dijo con gran emoción y alegría. Me sentí genial al oír sus palabras y percibir su entusiasmo.

– “¿De verdad?”, respondí sonriendo.

– “¡Te van a quedar preciosas!”, añadió. Entonces, agarró una silla con cada brazo y se volvió para la tienda.

– “Pero mujer… ¡Espera! ¡Que ya te ayudo!”, le dije.

– “No hace falta; estoy acostumbrada”, contestó sonriendo con complicidad. “¡Hasta mañana!”

– “¡Hasta mañana, Ángela!”

Gracias a esta gran mujer aprendí muchísimo sobre restauración y, tras las sillas, vinieron más proyectos para restaurar y dar una nueva vida a esos muebles que habían pertenecido a una vida anterior y ya habían sido desechados. Si estás en desempleo, puede que te sientas así: como un profesional que en su día tuvo un gran valor hasta que llegó el día en el que la empresa en la que diste lo mejor de ti decidió que no te necesitaba más y te sacaron de allí. Así que hoy te pido que no te desanimes y continúes el viaje.

A estas alturas del reto, ya hemos pasado por unas cuantas estaciones y hoy hemos arrancado desde una de las más relevantes (o, incluso, la más importante) del reto de búsqueda de empleo en 30 días: la Estación de la Actitud. Alguien dijo que “un día brillante depende más de tu actitud que del sol”, porque la clave para que nos vaya bien está en nuestra actitud la mayoría de las veces. Para conseguir esa buena actitud, hay que trabajar mucho la autoestima y, para ello, debemos empezar por el autoconocimiento. Conocerse bien te va a ayudar a tener confianza, a creer en ti y en tus posibilidades. Sólo así aceptarás tus errores, tus debilidades y los considerarás como parte de tu camino de aprendizaje para mejorar y salir con mayor fuerza.

¿Y tú? Seguro que tienes algún ejemplo en tu vida de cómo superaste alguna dificultad con una buena actitud ante el problema. ¿Te gustaría compartirla en comentarios? 🙂

Restáurate como se restaura un mueble usado

RETO Búsqueda de empleo en equipo. Día 15.

Mi hobby por la restauración de muebles empezó una fría mañana de diciembre en la que fui a jugar a pádel.

Tras aparcar el coche, me dirigía a la sociedad deportiva cuando las vi. Allí estaban aquellas dos sillas abandonadas: una superpuesta encima de la otra. La de arriba con las patas hacia arriba. Recibían la luz de un sol tranquilo de domingo de finales de otoño que, con sus rayos, envejecía un poco más su aspecto. Me acerqué a ellas y sentí algo parecido a lástima al observarlas. Estaban hechas polvo, sucias, con golpes; pero, a pesar de todo, seguían enteras.

No sabía los años que podían tener, pero imaginaba que tendrían prácticamente los mismos años que el bloque de viviendas de al lado, el cual podía rondar fácilmente los 55 o 60 años. Probablemente, habían acompañado a los inquilinos de uno de esos pisos durante toda una vida. Una vida que podía no haber sido fácil en uno de los barrios más humildes y olvidados de la ciudad. Las marcas violentas hundidas en la madera así lo dejaban adivinar, pero eso ya no importaba. Ya habían salido de esa casa y de esa vida. Las habían dejado al lado de los cinco contenedores que ponían color verde a un pequeño y silencioso aparcamiento.

Tomé con mis manos la silla de arriba y la coloqué al lado de la otra. Ambas eran iguales. Eran sillas del tipo Thonet de madera maciza (más tarde descubrí que tenían el sello de la fábrica Mocholi), aunque desconocía de qué tipo de árbol procedía. Les eché un rápido vistazo a ambas.

No sé muy bien el porqué, pero pensé que eran bellas. Aunque no percibí su belleza por el estado en el que se encontraban, sino en su esencia. Tampoco sé por qué, pero creí que podía ocuparme de ellas, de arreglarlas y devolverles un hogar. Un hogar mejor, en el que fueran valoradas y apreciadas no sólo por su utilidad, sino también por su estética, diseño y confort. Sea como sea, me creí ambos pensamientos y me las llevé a mi coche. Abrí el maletero y las coloqué en la misma posición superpuesta en la que me las había encontrado, aunque en sentido horizontal. Entraron a la perfección en aquel espacio pequeño en el que permanecieron escondidas cinco semanas.

Durante ese período de tiempo, estuve pensando qué podía hacer con ellas, dónde las iba a arreglar y quién iba a ayudarme, porque no tenía ni la más mínima idea de cómo ponerme manos a la obra. Nunca antes había arreglado o restaurado un mueble, pero estaba decidida a hacerlo.

Aquellas semanas coincidieron con mi etapa final de contrato por sustitución en “Confidencial” (te hablé de esta empresa el 4º día del reto). Fueron días intensos llenos de emociones y decepciones, de palabras amables y comentarios sarcásticos, de estrés y momentos de relax con un café o un té, de sonrisas amigas y miradas envenenadas, de grandes esperanzas que se tornaron en una profunda desilusión. Mi etapa allí finalmente terminó con sensación de punto y final pero, al mismo tiempo, de una gran libertad y alivio. En cierto modo, me sentía como una trabajadora de usar y tirar que había quedado como las sillas que había encontrado: repudiada y dañada, pero seguía entera y hecha de un material noble.

Muchos profesionales que terminan un contrato de trabajo con la esperanza de continuar en la empresa porque han dado lo mejor de sí mismos saben a lo que me refiero. Es parecido a un despido. Por ello, quiero que sepas que, tras haber pasado por una experiencia así y no tener trabajo, no vales menos. Levántate, sacúdete el polvo y cuídate. Restáurate como se restaura un mueble usado: con tiempo, cariño y mucho mimo. Cuídate mucho para que, cuando llegue tu nueva oportunidad, brilles con tal fuerza que no puedan resistirse a contratarte.

Cuando nos levantamos para provocar el cambio

Autor de la imagen: José Luis Ollo

 

Cuando la consternación nos lleva a la tristeza.

Cuando la tristeza nos conduce al llanto.

Cuando el llanto nos causa dolor.

Es en el dolor cuando nos sentimos vivos.

Cuando actuamos para encontrar alivio.

Cuando nos levantamos para provocar el cambio.

Cuando sentimos nuestra fuerza, nuestra luz.

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